En un fácil elevador adormecido con formaldehído
Se devanan las peores pesadillas
Que visten de azul hospitalario y modales plásticos
En recibimiento de ninfas en manicomio
Pasa mi doliente encía por umbral esmerilado
Entre saludos recostado renuncio a mi voluntad
Entrego mis molares a lento y eficaz tormento
Abrir y cerrar cajones arrastrar de zapatos
Alinear instrumentos de metales chirridos
Filos y ganchos presienten de la carne inocente
La entrega solemne el rictus extremo de abrir la boca
Más un poco más y trabarla en penosa contracción
Adrenalina y saliva ahogados gritos en silencio
Agazapado en la garganta de hule seco
Hule químico y micro anestesias locales
Los pasos, los cajones, las sorpresas mecánicas
La limadura de diente que se abre paso
Desde huesos mojados y agostar el nervio
Doblegarlo en su esencia de dolor es el reto
Crótalo de cuatro cabezas electriza
El gélido filo del metal de ganzúa en finísima punta
Persigue y desgarra la cuna misma de la dolencia
Científicas, exactas, trepanaciones matemáticas
Me entrego, me fulmino en el reclinable
Obligado, una hora a la semana
Por el maldito imperio pétreo de la mala carie
Son cuatrocientos, bien, gracias, no mastique
Nos vemos la próxima semana
Perfectos cómplices ok
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