Wednesday, November 7, 2007

La muerte, James Joyce y Leopold Bloom en el cementerio de Dublín

Para el regreso a este bloggeo tal vez inútil, nomeimporta.

Algo sobre eso del día de muertos, nada mejor que Joyce, a quien cito de su perenne Ulises, la banal escena del cementerio en Dublín, por la mañana, donde ascienden como vapor los monólogos internos de Leopold Bloom:

“Bueno; es un largo descanso. No se siente más. Es en el momento mismo que uno siente. Debe de ser terriblemente desagradable. No se puede creer al principio. Debe de ser una equivocación: algún otro. Vea si es en la casa de enfrente. Espere, no quisiera todavía. Luego la oscurecida cámara mortuoria. Haría falta luz. Cuchicheando alrededor de uno. ¿Quieres que llamemos a un sacerdote? Luego divagando y vagando. En el delirio todo lo que se ocultó durante la vida. La lucha con al muerte. Su sueño no es natural. Apriete su párpado inferior. Observar si la nariz está afilada, si se hunde su mandíbula, si amarillean las plantas de sus pies. Sacar la almohada y dejarlo terminar en el piso, ya que está condenado. El demonio en ese cuadro de la muerte del pecador mostrándole una mujer. Muriéndose por abrazarla en camisa. Último acto de Lucía. ¿No te volveré a contemplar jamás? ¡Bum! Expira. Por fin se fue. La gente habla un poco de uno; se olvidan. Nos e olviden de rezar por él. Recuérdenlo en sus oraciones. Hasta Parnell. La flor de un día se está extinguiendo. Luego siguen: cayendo en un agujero uno después del otro”.

(…) La tontita de Milly, enterrando al pequeño pájaro muerto en la caja de fósforos de la cocina, una corona de margarita y pedacitos de collares rotos sobre la tumba.

La muerte, James Joyce y Leopold Bloom en el cementerio de Dublín

Para el regreso a este bloggeo tal vez inútil, nomeimporta.

Algo sobre eso del día de muertos, nada mejor que Joyce, a quien cito de su perenne Ulises, la banal escena del cementerio en Dublín, por la mañana, donde ascienden como vapor los monólogos internos de Leopold Bloom:

“Bueno; es un largo descanso. No se siente más. Es en el momento mismo que uno siente. Debe de ser terriblemente desagradable. No se puede creer al principio. Debe de ser una equivocación: algún otro. Vea si es en la casa de enfrente. Espere, no quisiera todavía. Luego la oscurecida cámara mortuoria. Haría falta luz. Cuchicheando alrededor de uno. ¿Quieres que llamemos a un sacerdote? Luego divagando y vagando. En el delirio todo lo que se ocultó durante la vida. La lucha con al muerte. Su sueño no es natural. Apriete su párpado inferior. Observar si la nariz está afilada, si se hunde su mandíbula, si amarillean las plantas de sus pies. Sacar la almohada y dejarlo terminar en el piso, ya que está condenado. El demonio en ese cuadro de la muerte del pecador mostrándole una mujer. Muriéndose por abrazarla en camisa. Último acto de Lucía. ¿No te volveré a contemplar jamás? ¡Bum! Expira. Por fin se fue. La gente habla un poco de uno; se olvidan. Nos e olviden de rezar por él. Recuérdenlo en sus oraciones. Hasta Parnell. La flor de un día se está extinguiendo. Luego siguen: cayendo en un agujero uno después del otro”.

(…) La tontita de Milly, enterrando al pequeño pájaro muerto en la caja de fósforos de la cocina, una corona de margarita y pedacitos de collares otos sobre la tumba.

La muerte, James Joyce y Leopold Bloom en el cementerio de Dublín

Para el regreso a este bloggeo tal vez inútil, nomeimporta.

Algo sobre eso del día de muertos, nada mejor que Joyce, a quien cito de su perenne Ulises, la banal escena del cementerio en Dublín, por la mañana, donde ascienden como vapor los monólogos internos de Leopold Bloom:

“Bueno; es un largo descanso. Nos e siente más. Es en el momento mismo que uno siente. Debe de ser terriblemente desagradable. No se puede creer al principio. Debe de ser una equivocación: algún otro. Vea si es en la casa de enfrente. Espere, no quisiera todavía. Luego la oscurecida cámara mortuoria. Haría falta luz. Cuchicheando alrededor de uno. ¿Quieres que llamemos a un sacerdote? Luego divagando y vagando. En el delirio todo lo que se ocultó durante la vida. La lucha con al muerte. Su sueño no es natural. Apriete su párpado inferior. Observar si la nariz está afilada, si se hunde su mandíbula, si amarillean las plantas de sus pies. Sacar la almohada y dejarlo terminar en el piso, ya que está condenado. El demonio en ese cuadro de la muerte del pecador mostrándole una mujer. Muriéndose por abrazarla en camisa. Último acto de Lucía. ¿No te volveré a contemplar jamás? ¡Bum! Expira. Por fin se fue. La gente habla un poco de uno; se olvidan. Nos e olviden de rezar por él. Recuérdenlo en sus oraciones. Hasta Parnell. La flor de un día se está extinguiendo. Luego siguen: cayendo en un agujero uno después del otro”.

(…) La tontita de Milly, enterrando al pequeño pájaro muerto en la caja de fósforos de la cocina, una corona de margarita y pedacitos de collares otos sobre la tumba.

Saturday, September 8, 2007

El final de los tiempos

"La vida larval de los vivos es como una pesadila de fiebre perniciosa. Parecen despiertos porque deliran en pos de los bienes que son fango y veneno. No miran ahcia arriba, no temen más que a los hermanos. Tal vez esperen ser despertados en la última hora, por los muertos antiguos que resucitarán al aproximarse el Resucitado".

Giovani Papini
Historia de Cristo

Tuesday, August 14, 2007

Óbito de Ángeles en el postparaíso

– Maravilloso que me quede claro que esto ya fue soñado o imaginado –que es lo mismo…

– No sería soñado si no lo estuviéramos conversando.

– Sí, siempre fue así pero siempre se atraviesan nubes de oscurantismo que preparan el camino a una época luminosa pero de severo sufrimiento, de prueba de luz cegadora y temible que puede confundirse con energía pura, como los sueños con la imaginación.

– Entonces no es lo mismo.

– Sí y no… Siempre hay una generación privilegia que se coloca en la cresta de un cambio que sólo se produce con decenas de miles de años de evolución. La vida burbuja y perece, en millones de formas diferentes.

– ¿Y los diseñadores?

– ¡Somos nosotros! Creí que lo habías entendido

– ¿Realmente lo comprendemos?

– Si te das el tiempo. Es el verdadero poder del verbo. Nuestra generación lo comprendió y entonces hicimos la luz.

– No me gusta tanto.

– No te tiene que gustar. Eres parte del ciclo, sólo teníamos que decidirnos.

– ¿Y crees que fue lo correcto?

– ¿Podrías rechazar la inmortalidad? Siempre hemos sido inmortales aun ahora, en nuestro ocaso. Es la historia de lo que fue y estamos aquí en el principio.

Sunday, August 5, 2007

Labial

Magenta incendiado en el encuentro subterráneo.

Fruta nerviosa, aficionada a la torsión.
Comisuras exaltadas,
apetito de tornasol.

Beso caliente,
licores de amor violento.
Desmesura del elíxir contagioso,
sonrisa de orgasmo en un rincón mugriento.

Busco labios carnales que suspiren fantasías.
Busco mordidas hirientes,
que aprisionen el veneno dulce
del ácido amanecer,
labios pegajosos
que de noche me devoren la viva láctea.

Te busco a ti y a tu sonrisa venenosa,
para extraviarme en la locura de tu sabor,
deseando fallecer en tu oculto calor,
delirio de labios, boca de muerte,
en tu lengua está mi perdición,
la de ya nunca perderte

Rito laborioso,
que busca el nervio en tintes dementes.
Garabato pánico latente
que festeja en la química
la saliva de la eternidad,
mi salvación en la humedad.

Anhelo de tormenta sofocada
en dos cuerpos que se queman,
que se buscan la lengua entre sal ardiente,
que juntos nacen,
y siempre juntos perecen.

Wednesday, July 18, 2007

Entre Carlos Slim, Cristo y Papini

La riqueza y la miseria, siameses contradictorios, irreconciliables, necesarios el uno al otro y de separarse mueren, se liberan. El enigma brutal de la condición humana… desde que tengo en mi poder este librito sorprendente de Giovanni Papini, Historia de Cristo, he querido encontrar un pretexto para citarlo con la misma intensidad con que lo he leído, porque jamás creí a este maravillosamente pesimista escritor ocuparse de un personaje tan devaluado como Jesús… Su introducción estuvo a punto de desalentarme y desistir de empezarlo pero seguí, y ahora temo terminarlo. Papini convertido (¿¡!?) deja clara la absoluta, abismal diferencia entre la superior lección que Jesús fue para la humanidad, y lo que se conoce como cristianismo, desde sus mismos primeros apóstoles hasta la babilónica-meretriz-vestida-de-monja Iglesia católica de hoy y (casi) siempre. En fin, se condona a Papini de pronto ser más papista que nada… Con sus argumentos destruye todo lo que no forme parte de su visión flamígera: el que no crea en Cristo está jodido. Pero afortunadamente eso no es lo importante de su libro, y qué bueno porque habría sido una terrible decepción de este admirado autor. Es gritón, como todos los italianos, estridente también, pero nos da una aproximación nueva, rigurosa, franca y directa de la vida de Jesús. Una exégesis que quiere liberarse de prejuicios pero no acepta la heterodoxia porque cree estrechamente en la virgen, los milagros, la resurrección, etcétera, pero (y ahí creo que está la sabiduría de su librito) lo que hace es ir a las escrituras y llevarnos de la mano, para desentrañar la poderosa fuerza de la palabra, del evangelio, de la R-E-V-O-L-U-C-I-Ó-N total y trascendencia radical del ser humano, cuando está dispuesto a abandonarlo TODO en aras de su conexión fundamental con el universo. Jajajajaja, suena a superchería neohippie, por eso mejor regresemos al argumento principal. La parte más dura y rica del libro es cuando se refiere al mítico Sermón de la Montaña, donde Jesús la emprende con todo contra los ricos y quienes ven en la materia principio y fin de su existencia y valores con que la rige , y como decía, buscaba un pretexto para citar este libro de este florentino a quien Jorge Luis Borges aludió como “historiador de la literatura y poeta, pragmatista y romántico, ateo y después teólogo”, y el pretexto me lo dio un par de piezas periodísticas de estos días, la primera una entrevista con nuestro flamante hombre más rico del mundo desde hace unas semanas, Carlos Slim Helú, en una revista española, en la que se queja amargamente de que después de años y años de dar millones y millones de dólares en donativos para programas de beneficencia, la pobreza sigue tan campante y más descarada que nunca en territorio nacional; no lo dijo así pero el lado oculto de ese magnánimo gesto de nuestro magnate mexicano-libanés y de tantos otros en el mundo del gran capital es lamentar que su dinero no pueda lavarles los sentimientos de culpa. Y la otra es una nota en radio de los poderosos llamados filántropos, que ponen el grito en el cielo porque los donativos ya no van a ser deducibles de impuestos. Qué caray pobrecillos todos ellos, pero una encuesta reciente de la empresa Mitofsky que pasó desapercibida dice que un alto porcentaje de mexicanos estaría dispuesto a tomar las armas para cambiar la situación. Bueno, pues en medio de todo esto una voz atribulada por momentos de cambio y destrucción como principios del siglo 20, nos recuerda las terribles lecciones de Jesús desde un lugar en una Montaña, y que parecieran dirigidas precisamente a esos grandes mercaderes que dedican su vida a la acumulación sin medida.

En esta edición argentina en rústica fechada en 1933, el florentino escribe: “El rico está bajo la venganza de dios o dios quiere someterlo a prueba para ver si logra remontarse hasta la divina pobreza. Porque el rico ha cometido el pecado máximo, el más abominable e imperdonable. El rico es el hombre que ha bajado porque ha abaratado. Podía tener el cielo y ha querido la tierra, podía habitar en el paraíso y ha elegido el infierno, podía conservar el alma y la ha cedido a cambio de la materia, podía amar y ha preferido ser odiado, podía tener la felicidad y ha deseado el poder. Nadie puede salvarlo” (p.170) Más adelante dice que “el rico absorbido por el cuidado de sus riquezas, por el ansia de aumentar sus riquezas, por los goces materiales que brindan los trozos de materia que se llaman riquezas, no puede pensar en el alma”. Porque además “la horrible suerte del rico está en este doble absurdo: que para tener el poder de mandar a los hombres se ha convertido en esclavo de las cosas muertas; que para adquirir una parte –y una parte en resumidas cuentas ¡tan pequeña!– ha perdido el todo”. (p. 171) Sobre los donativos y caridades en su sentido samaritano, dice que “quien regala para obtener la retribución de parte de los otros en materia equivalente, nada adquiere. La recompensa está en otra parte, está en nosotros”. (p. 174)

La riqueza y la pobreza nunca se extinguirán al contrario, discurren hacia polos cada vez más explosivos y cuando el agua sea propiedad de los ricos podremos decir que… ¿Jesucristo fue vencido?

Friday, June 22, 2007

Oscuras reliquias


Entre los libros de viejo encontré una joya de varias gemas.

Buscando “Gog y Magog” encontré unos “Retratos” de ese genio del precioso instante que se eterniza, de nombre Giovanni Papini.

Retratos que vacían el contenido de espíritus ilustres,

Me ha permitido encontrar entre páginas muy amarillas

Maravillosas alhajas de obsidiana sepulcral

Entre personajes inconmensurables,

Que fueron utilizados por la eternidad

Para dar expresión y perfil

A la monstruosa añoranza de la nada

Que habita en cada pequeña humanidad

Por eso me permito citar

Estas palabras emanadas de la misma húmeda tierra que nos espera

El joven poeta inglés, John Keats, de principios del siglo XIX

Murió el 3 de febrero de 1820 a los veintiséis años

Su amada Fanny Brawn pide olvidarlo para siempre

Es mejor dice, porque su vena espesa

Es el más grande elogio a la muerte

Poco antes de fenecer

El grandioso inmortal Keats

Escribe así a su impresionada consorte:

“Mi imaginación se nutre de dos voluptuosidades:

Tu belleza y la hora de mi muerte.

¡Oh, si pudiera tener a las dos en el mismo momento!...

Quisiera poder jugar al amor o a la muerte

Not engo paciencia para lo demás…

Quisiera que me pudieras infundir en el corazón.

Un poco de confianza en la naturaleza humana.

Yo no la tengo: para mí, la vida es demasiado brutal;

Soy feliz de que exista una cosa como al tumba.

Sé que sólo allí tendré descanso”.

Ya más cercana su hora, Keats

Más sorprende con su sereno acercamiento

Casi extático, casi devoto, a la oscuridad impenitente:

“Hace algún tiempo estuve casi enamorado de la pálida muerte: le rogué con muchos nombrasen muchas rimas meditadas, que arrebatara en el aire mi quieta respiración; ahora más que nunca, se me antoja bello morir, cesar a la medianoche, sin pena, , mientras tú expandes tu alma en torno a tales éxtasis. Tú cantarías quedo, y en vano yo tendría oídos; y a tu réquiem, yo me volvería un pedazo de tierra”.

Papini revela que un año después, a los veintiséis años, moría, en Roma “susurrando en el último delirio”, fiel a su designio: “siento crecer sobre mí las margaritas”.

Tuesday, June 19, 2007

12 horas

Sólo tengo medio día

Para exorcizarme

Descontaminarme

Desintoxicarme

Sólo doce horas

Para trascender

Renacer

Volver a vivir

Vencer al pasado

Entregado,

Vencido,

Estragado,

Devastado mi centro

Daño en las entrañas

Explotado emocional

Esclavo de la maledicencia

Todos los días veo amanecer

Otra vez,

Cansado,

Desolado,

Abandonado y azotado

Por las mentes

Los intereses

Dinero y destrucción

Siameses gemelos

Trabajo y muerte

Amor y odio

Enfermedad

Carne decadente

Sólo doce horas

Para comprender

Reinventarme,

Crecer,

Desprenderme del ancla

Enganchada

En mi masa muscular

En el tallo del cerebro

Alambre de púas

Entreverado

Entre los nervios

Las encías

Un dios a mi semejanza

Domina mi mente

Paternidad borrosa

Indolente

Apátrida inocente

Que busca en sus raíces la mordida

La condena de Prometeo

Sólo doce horas para robar el fuego

Monday, May 28, 2007

La sicaria de Apatzingán

Instrucciones de uso: este arranque lírico inspirado en el enfrentamiento del Ejército con sicarios en Apatzingán, Michoacán, el 7 de mayo de 2007, que originalmente debía ser un corrido, pero es un género norteño con una estructura muy precisa, por eso debe ensamblarse en una estructura de hip-hop agresivo. Atentamente el autor

La sicaria de Apatzingán

Por: lemur toy

Los vecinos de esa calle

Fray Melchor de Talamantes

La veían, siempre callada, siempre distante

Filosa mirada, sonrisa quebrada

Siempre seria, camina siempre callada

Apenas cruzaba con el prójimo alguna palabra

Sorprendió verla en primera fila en la balacera

Ese lunes mayo 7 ya entrada la mañana

Cayó la gatillera del narco, la joven sicaria,

Te reventaron a plomo Claudia Alejandra

Tu sentencia ya estaba desde antes firmada

Era empleada, dice su padre

Vendía ropa, comentan familiares

Con sus dos chamacos vivía

Mirada severa, toda hermetismo

En un mes cumpliría los veintisiete

Claudia Alejandra Cortés Reyes

Gatillera, sicaria, matona de Apatzingán

Cabalístico, su destino fatídico

Corazón tierra del narco en Michoacán

“Vida loca y breve” en diarios publicarán

Era sicaria, gatillera, matona,

Nadie sospechaba, nadie la veía

Nunca nadie supo que de noche salía de cacería

Un “levantón”, un ajuste, por un “oreja”, sobre una “chiva”,

A reventarles el lomo siempre dispuesta iba,

A ponerles en la madre baja tarifa, ella acudía,

Con cuerno de chivo y una Mágnum les caía

Siete veces siete cartuchos percutidos les metía

Si le gustaba sonreía,

Entre los macizos nadie con ella se metía

Pero nunca… Nunca por dinero ella lo hacía

Era sólo fantasía descargar sin contención toda su ira

Ella por dinero no lo hacía

Ella por dinero no lo hacía

Los 27 en junio ella tendría

Pero a la casa 147,

Pronto los guachos les cayeron

Era un lunes siete de mañana

Siete de mayo del año dos-cero-cero-siete

Tres horas antes en una Silverado color plateao

Otros dice que era una Lobo negro

Otros más un Hummer blanco

Venían de una tarea bien cumplida con AK-47 y R-15,

Toda la noche llevando al monte “levantados”

Pero de regreso en la mañana toparon a los guachos

Escaparon de momento y creyeron haberla librado

Pero de lejos los siguieron entre calles de la Hidalgo

Hasta la casa donde el destino los estaba ya esperando

Un par de horas los anduvieron venadeando

Los militares todos se apertrecharon

Aquellos no sabían, y uno salió por unas chelas,

Lo vieron, reconocieron, traía fusca y esperaron

Fueron segundos eternos

Saltaron los guachos gritando:

"Somos Ejército mexicano, tiren sus armas y salgan con las manos en alto"

Dicen en su oficio, sardos, milicos, militares, los guachos

Pasaron sólo segundos, escasos segundos

Eternidades que todos tragan mudos

Son las cero nueve, dos, cuarenta y siete

Corren segundos, se queman los nervios

Nadie responde, el silencio los tiene locos

Se abre por fin la puerta lenta y eternamente

Pero ya todo había empezado,

Ya todo estaba trazado; ella se asomó disparando

Montada en una tormenta de AK-47

La sicaria, la gatillera muere indiferente

Se dio no por dinero, nada dejó

Sólo cumplir la fantasía

Desafiar esa muerte a fuego lento

Nada deja, nada se lleva

Por apretar el gatillo

Por vengar su destino

Por la breve vida

De un trago se bebió enterita

Sangre a fuego y lodo quemado

Se dispararon y se dispararon

Por dos horas se dispararon

Nadie lo esperaba nadie sospechaba,

Sólo dos hijos, no deja nada,

Ni dinero, ni casas o carros, no deja nada

Sólo ahí tendida, ya desfigurada,

A las once de la mañana hora oficial

Misma en que nació una mañana

Los guachos les dieron muerte a plomo

Le dieron balas hasta calcinarla

De plástico unas flores dejaron

En lugar apartado del viejo panteón.

Tuesday, May 22, 2007

Última antesala

A la cuarta semana más vale relajarse

Permitir con estoicismo el ingreso de las pinzas y alambres,

Microsierras, agujas, tornillos y fresadoras de hueso

A un tiempo cómplices del suave ritmo que se mece

En asépticas resonancias de música de filmes

Amortiguados en el piano vibratorio de añoranzas

Melancolías vivas que a ojos cerrados inducen al olvido

Pero el recuerdo constante del nervio alcanzado por el filo

Alarma en silencio abierta la boca suplicio que no acaba

Sofocada incomodidad con hule clínico y tragos de cloro

Implorada anestesia irrumpe en balsámico sopor

Encías agradecidas de sensaciones abstraídas

Molar dispuesto a vivir correcto

Thursday, May 10, 2007

Antesala 2.0

El perfecto infierno donde la música languidece

En un fácil elevador adormecido con formaldehído

Se devanan las peores pesadillas

Que visten de azul hospitalario y modales plásticos

En recibimiento de ninfas en manicomio

Pasa mi doliente encía por umbral esmerilado

Entre saludos recostado renuncio a mi voluntad

Entrego mis molares a lento y eficaz tormento

Abrir y cerrar cajones arrastrar de zapatos

Alinear instrumentos de metales chirridos

Filos y ganchos presienten de la carne inocente

La entrega solemne el rictus extremo de abrir la boca

Más un poco más y trabarla en penosa contracción

Adrenalina y saliva ahogados gritos en silencio

Agazapado en la garganta de hule seco

Hule químico y micro anestesias locales

Los pasos, los cajones, las sorpresas mecánicas

La limadura de diente que se abre paso

Desde huesos mojados y agostar el nervio

Doblegarlo en su esencia de dolor es el reto

Crótalo de cuatro cabezas electriza

El gélido filo del metal de ganzúa en finísima punta

Persigue y desgarra la cuna misma de la dolencia

Científicas, exactas, trepanaciones matemáticas

Me entrego, me fulmino en el reclinable

Obligado, una hora a la semana

Por el maldito imperio pétreo de la mala carie

Son cuatrocientos, bien, gracias, no mastique

Nos vemos la próxima semana

Perfectos cómplices ok

Monday, May 7, 2007

Antesala


En la muela destrozada

Florece el dolor del nervio histérico

La hipersensible hinchada terminal

Desgarra la cordura sin un solo rasguño

Se instala y carcome la paciencia

Los cimientos de la calma

Incrustación de purulencia pétrea

Destruye

Inveterada condición humana que espera

Sentada impertérrita desespera

La ilusión indolora y caótica

La certeza de un morir

Si sentir que se vive huyendo

El pretexto

Al otro lado de la puerta se trepana

Se excava el esmeril de astillada encía

Con lentitud macabra

La raíz de hueso cae a pedazos

Preludia el la pesadilla de clavo y flúor

La ignominia de la silla del dentista

Antesala

En la muela destrozada

Florece el dolor del nervio caído

La hipersensible hinchada terminal

Desgarra la cordura sin un solo rasguño

Se instala y carcome la paciencia

Los cimientos de la calma

Incrustación de purulencia pétrea

Destruye

Inveterada condición humana que espera

Sentada impertérrita desespera

La ilusión indolora y caótica

La certeza de un morir

Si sentir que se vive huyendo

El pretexto

Al otro lado de la puerta se trepana

Se excava el esmeril de astillada encía

Con lentitud macabra

La raíz de hueso cae a pedazos

Preludia el la pesadilla de clavo y flúor

La ignominia de la silla del dentista

Friday, April 20, 2007

venga purulenta cascada de inspiración

Yo no me creía eso dicho por Azorín, entre muchos otros, de que escribir es una necesidad impostergable, irrefrenable de verter las ideas, y durante años he rumiado esa expresión hasta sentir, saber que está a punto de supurar esa famosa necesidad de festejar el onanismo verbal, grafomaniaco, de leer y escribir como un proceso orgánico, no necesariamente saludable –for fortuna– y, para muchos, al contrario, la perversa concupiscencia de vivir mentalmente mundos ajenos, manías, jugos, supuraciones cerebrales de tanta gente, que serpentea como una espiral de acumulación de ideas, sensaciones, pensamientos, quistes y tumores hinchados de palabras que exigen expresión y qué mejor que una poética libre, oscura, así es que esto es pura necesidad orgánica.

z. kevorkian