Dos semanas antes del ataque en Nueva York, un sábado
primero de septiembre de 2001, estábamos en el bar La Perla, en el centro de la Ciudad de México, que en
ese entonces era el lugar de residencia de Parador Análogo, el mítico crew de música
electrónica, y empezamos a conspirar para salir rumbo a San Pedro Tlanixco
varios de los presentes, estaba Lorenza, Jefté, dos amigos y una amiga de los
cuales no recuerdo los nombres, uno de ellos pintor, otro promotor de arte y
una chava amiga de ellos.
Fuimos al departamento del promotor de arte, donde
almacenaba una cantidad impresionante de pinturas de artistas mexicanos,
algunos conocidos otros no, pero la mayoría de una calidad indiscutible. Quería
armar una galería virtual. Había varios cuadros del pintor, él bajo de estatura
y bastante grueso de cuerpo, pocas palabras, con un humor divino y una sutileza
espectral en sus cuadros, en que predominaban figuras entre el amarillo y el
escarlata. La chica, muy callada con un estilo hippie en su vestimenta con una
falda larga y tenis negros, y Lorenza juguetea con Jefté, como siempre, a
puñetazos y patines.
Había dinero sólo para llegar a San Pedro, pero el promotor
llevaba un cheque con una buena suma, y se decía segurísimo de que podría
cambiarlo con gente conocida, de hecho él era el guía, conocía a las personas
de tiempo atrás y había ido infinidad de veces, decía, a comprar hongos
alucinógenos, acampar en lugar seguro para tener un viaje de lo más hermoso.
Hacía casi doce años que yo había ido a San Pedro, doce años de la primera vez
que probé los portentosos derrumbes. Le creímos… Salimos al amanecer.
(Continuará…)
No comments:
Post a Comment